Intersestelar
Desperté en una vida que no era la mía, ahogado por la visión
de una galaxia que se precipitó sobre mi cuerpo.
He querido viajar a las inmensas fronteras del cosmos y mirar
qué se esconde tras la sombras de lo que nadie ve o imagina,
y tuve la sensación o sospecha de que tal anhelo era posible
esa noche, cuando la galaxia se precipitó sobre mi cuerpo.
alcé la vista y mi mano se aferró a una estrella, una blanca,
infinita constelación de resplandores que miraron mis ojos y
se sintieron en casa.
Me dejé llevar al secreto que se halla dormido donde acaba el
vientre y comienza la vida. me arrodille y mi lengua penetro
sus labios y me llenaron de textura y promesas. Y el universo
entero, brilló, se vino sobre mí y la blanca estrella gritó que
la siguiera, que mi lengua y saliva invocaran nuevos mundos
dónde vivir cuando la historia fuese polvo y recuerdos.
así que me convertí en un cometa y me despedí de la tierra, con
el alma en el cielo y las ganas salvajes de ser inmortal a su
lado.
Desperté en una vida que no era la mía, ahogado por la visión
de una galaxia que se precipitó sobre mi cuerpo.
La blanca estrella furiosa rodeaba mis caderas, allá en los
límites de sirio donde las pléyades se sientan en su noche
eterna a esperar que las alaben los mortales y las estelas de
fuego se pierden en el denso sideral.
Dejé morir mi piel, la hice hoguera del pasado y seguí el
resplandor de sus jadeos dormidos.
Abrí la conciencia en un lugar sin tiempo, donde no hay arriba
o abajo y donde las coordenadas son órgasmos cósmicos.
Pero ya la blanca estrella no envolvía ninguno de mis
sentidos. Se había marchado a una dimensión floral y amena, a
convertirse en la supernova que estaba destinada a ser. Y yo,
en la noche sin tiempo reposé, sin la nostalgia del sol, ni de
las memorias humanas. Y pude al fin dormir para siempre.
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